sábado, 30 de noviembre de 2013

' HUELE A TRANSFORMACIÓN ', artículo de José Ballesteros para la revista bimestral PASAJES arquitectura, Nº 129 (p. 3)



HUELE A TRANSFORMACIÓN

Los periodos de crisis son cíclicos. Ya lo sabemos. Con pequeños matices se reproducen los mismos efectos por motivos muy similares. “Son correcciones del sistema”,… nos dicen. Todo va bien.
En las últimas convulsiones hubo guerra. Eso cambia las cosas en tres o cuatro años, con consecuencias de cuarenta, cincuenta o cien. Ahora los sociólogos apuntan a una convulsión similar, aunque sin catástrofe física. Algo parece que hemos aprendido.
¿Y los arquitectos? ¿Vamos a convulsionar o no?
¿Todavía pensamos que este modelo profesional es demandado por la sociedad?
Mientras los biólogos avanzan sobre los pasos de sus propios grupos de investigación, los neurólogos (como tantos otros) se reúnen en congresos inmediatos para trabajar sobre el ultimo artículo, sobre la ultima ponencia publicada, o los físicos comparten para trabajar codo con codo, nosotros estudiamos en modo recopilatorio a los maestros de los años 50.
Mientras los ingenieros han desarrollado el teléfono móvil, el sistema GPS, o han vuelto común la sensorización, nosotros vivimos en las mismas edificaciones de hace un siglo, construidas ahora,… casi igual.
Los músicos rompieron ataduras, encapsularon el clasicismo y se lanzaron a un amplio frente de investigación: Luciano Berio, Cage, Pierre Boulez, Nono, Ligeti,… tantos, en tantas direcciones. Y siguen evolucionando hacia el arte sonoro, en forma de instalaciones, completando mas obras de arte (como en otras ocasiones), investigando sobre los fundamentos del sonido, los ruidos, las partículas mínimas, los secuenciadores, los lenguajes….
Nosotros somos ese arquitecto de las películas de Antonioni, o de la Nouvelle vague. Ese personaje indolente, extravagante, como poseedor de un conocimiento iluminado, accesible solo a unos pocos, con dinero, sin horarios, que sonríe ante cualquier adversidad, porque naturalmente a él no le afecta. Sus inconvenientes son de otra esfera.
O ese otro arquitecto de “the fountainhead” (el manantial) mostrado como vanguardista, que produce rascacielos igual de vulgares que el resto de su ciudad, aunque enormemente presionado por innumerables factores (stress USA)
O también este, en general joven y brillante, que trabaja infatigablemente, que apenas vive fuera de su estudio, que se deshace en cada proyecto y que apenas puede hablar con su cliente, porque la mayor parte de su esfuerzo a ese cliente no le interesa. Ni a ese cliente ni a ninguno. En realidad trabaja para arquitectos, para el resto de la profesión,… y sus revistas.
¿Endogamia? ¿Distancia con la sociedad? Tal vez pudiéramos hablar de eso si fuéramos algo comparable con la sociedad. Pero no es así. Somos un grupo de servicios muy pequeño. La sociedad simplemente nos ignora, porque ha dejado de necesitarnos.
La situación tampoco ayuda, pero es un estrangulamiento que debe hacernos reaccionar. Ha desaparecido el ministerio de cultura, se penaliza con impuestos las artes y la difusión de las artes y las energías alternativas ( como la autoproducción de energía solar), la corrupción hace aflorar lo peor de cada casa ( en el espacio publico también ) y la desconfianza ( internacional, pero también local, en concursos, encargos, pagos…), no sabemos cómo se gasta el dinero público, y nos gobiernan personas que no elegimos ( provienen de la confianza domestica de cada partido), … y quien diga todo esto es un perroflauta.
Se me ocurren algunas áreas donde debemos insistir.

Información: “yo hago arquitectura porque tenía muy buena nota, así que podía hacer o medicina o arquitectura”. ¿Tanto cuesta informar a nuestros jóvenes de lo que tienen para elegir? En efecto hasta hace poco contar que es ser arquitecto podía ser sencillo. Ahora es algo más complejo, pero es necesario hacerlo incluso desde antes de entrar en nuestras escuelas universitarias. Y no solo eso, hay que presentar más opciones de las que ya sabemos. Hay que enseñar que es arquitectura termodinámica, que es un arquitecto investigador de nuevos materiales, en qué consiste la arquitectura que optimiza la energía, hay que prestar atención a tantos artistas que están haciendo proposiciones espaciales muy avanzadas, hay que hablar del estrechísimo vinculo con las artes plásticas, de una forma seria y vinculante y sobre todo diversa. ¡Técnica y potencia plástica! Una vez mas es nuestro objetivo. Solo hay que reformularlo.

Atención social: las asociaciones de arquitectos deben prestar especial atención a los que los gestos sociales indican. Los planes generales de ordenación urbana no son más que una compleja administración de intereses. Eso no es ciudad, ni hace ciudad, por mucho que la reglamente. Movimientos sobre la peatonalización, el transporte público, los espacios verdes productivos, las bicicletas o vehículos eléctricos, y los ya más profesionales pero todavía escasos sobre “smart cities” o control de datos del espacio público, son los que tienden a fundamentar solidas bases de estudio sobre el nuevo espacio público. Ciudad ya no es alineación oficial, coste de suelo ni frente de fachada. Ciudad es manejo de datos ambientales, investigación sobre nuevos modos de vivienda, evaluación y rentabilidad de los edificios públicos, provisionalidad en los programas, construcción a bajo coste, sensibilización termodinámica, ahorro de energía,…entre otros. Con esos mimbres, y algunos más, los arquitectos tenemos que proponer. ¡Proponer, no continuar!

Formación: el arquitecto ha sido siempre un profesional con una formación muy amplia. De hecho creo que es una de las fuentes de satisfacción más generalizadas en el desarrollo de un arquitecto: esa facilidad para acudir a casi cualquier fuente con familiaridad, para manejar datos y recursos técnicos con la misma facilidad que conceptos plásticos y artísticos, e incluso filosóficos. Y ese puede que sea también su talón de Aquiles. En la actualidad no estamos formando arquitectos para el siglo XXI sino para el XIX. Por eso los ingenieros atentan contra nuestra área de trabajo, porque son mejores que nosotros en algunos campos sobre los que operamos y ofrecemos nuestros servicios.
¿Hay que cambiar entonces nuestro plan formativo? No tanto. Hay que diversificarlo. Hay que permitir formaciones especificas, capaces de competir con ventaja en las áreas en que pretendemos ofrecer servicios, tal como están haciendo ya en USA, Alemania, Holanda, Inglaterra,…. desde hace mas de diez años.
Y sobre todo, hay que continuar formándose. Hay que “reinventarse”, como tantas veces nos han dicho. A pesar de lo amplio y enormemente útil de nuestra formación, ese humanismo no es suficiente en nuestra sociedad de servicios. Hay que continuar haciéndose específicos contando, eso sí, con esa enorme base como ventaja.

Seguro que hay más cosas que decir, y sin duda que hacer.
Esta revista escuchara con atención cualquier propuesta, o cualquier acción o construcción que reivindique esta necesidad de cambio y mucho mas que la lleve a cabo.

José Ballesteros